5.2.03

Hoy en la tarde estaba en mi universidad, caminaba por allí y me trasporte a un lugar imaginario en el cual mas de uno habrá querido estar alguna vez. En la taguarita del edificio de mi escuela estaba sonando un vallenato de lo mas fronterizo que pueda imaginarse, aunado a ese sonido ambiental estaba el del gran aire acondicionado de mi universidad (el cual opera en el mismo edifico y ocupa mas de 100 mts. cuadrados). Cerré mis ojos y me imagine viviendo en una de esas naves que fungen como comunas interplanetarias de las que tanto hablan en algunas novelas de ciencia ficción, en esas donde la música, el bullicio de la gente que las habitan, el sonido de los compresores de oxigeno y las turbinas de energía nuclear se matizan para gritarte en un solo susurro: la vida te rodea.

Tenía tiempo sin sentir con tanta intensidad mi derredor, analicé todos y cada uno de los sonidos que forman parte de mí día a día y son muchos, me sentí ínfimo ante tantas cosas. Como humanos, somos ínfimos ante tanta grandeza, grandeza que como humanos hemos construido.

En ese sentimiento seguramente se basaron personas como el que concibió “The Matrix”, comic americano, del cual no recuerdo el autor, en la cual se baso la película del mismo nombre. Es decir, hemos inventado y levantado hitos demostrando toda nuestra grandeza, pero realmente hemos pensado: ¿Acaso algún día seremos mas pequeños que las cosas que crearemos?, es decir, ¿Realmente el ser humano es tan grande como supuestamente lo demuestran sus obras?.

Realmente me siento patético al pensar que sin nada de lo que nos rodea el ser humano no seria más que un animal del montón. Cuando llego a ese punto es cuando le consigo el porque a las religiones, además de trazar una línea entre el bien y el mal, sirven para que el ser humano se ponga en contacto con su yo interno que guarda conexión con lo arcaico de su entorno, entiendase eso por medio natural sin alteraciones. Pero lo mas contradictorio, y a mi parecer realmente gracioso, es que todo eso se ha construido sobre cosas hechas por los mismos humanos. Buda era humano, Jesucristo era humano, Dalai Lama era humano, gastaría millones de letras nombrando a todos los profetas de la historia, profetas que no han sido mas que científicos existenciales, que han podido ver mas allá antes que otros en su tiempo, dieron su versión de cómo deberían ser las cosas para ser mejores seres, literalmente seres superiores. Me pregunto: ¿Hemos llegado a ser autosuficientes en todos los aspectos?, tratando de demostrar eso muchos han fallado, lo que deja claro que hasta los momentos el ser humano es nada sin lo material. Podría tratar de explicarles mi punto de vista, ya veo a unos cuantos detractores de esta, mi idea, de hecho podríamos pasar la eternidad discutiéndolo, pero llegaremos a una conclusión: somos dependientes de nosotros mismos.

Cuando Bell invento el teléfono, dijo que ese era el mejor invento de la historia y que no se inventaría nada mejor. Ciertamente fue un gran invento, tanto que no concibo el mundo actual sin la existencia del teléfono. ¿Pero que tal que la historia de la humanidad haya sido distinta?, ¿Qué en vez de inventar el teléfono, inventar el fax, los micro procesadores, el ser humano se haya preocupado en saber como usar mas del 5% del cerebro?, lo ha hecho, de eso no cabe duda, se han hecho estudios de todo tipo para poder romper esa barrera, los científicos dicen que es cuestión genética, y que pasaran centurias para que el ser humano explote totalmente el potencial de tan enigmático pedazo de carne. Lo que nos separa de ser dioses es eso, un 95% de aproximadamente 10 kilos de carne. Lo que me hace pensar, el ser humano ha creído todos estos años que siempre es suficiente lo que tiene pero siente una persistente sed de perfección, pero realmente ha dejado de preocuparse de lo mas importante: de si mismo, que de por si ya es un templo, porque de si mismo ha sacado todo lo que lo rodea, díganme realmente, ¿Existe algo mas grande que el ser humano?, y piensen, ¿Realmente hemos sido sabios?. Las cosas inanimadas nos subyugan, nos hemos acostumbrado a eso.