22.8.02

El otro día manejaba sin rumbo, y me agarro una cola de esas ladillas, donde pareciera que nunca cambiara el semáforo… todo era tan monótono como un feedback ladilla cuando andas tocando con un sonido pichurrio.

En el carro estaba mala la radio, así que no conseguí otra cosa mejor que observar mi derredor, me quedo viendo el retrovisor y justo en el carro de atrás hay una pareja dándose un beso de esos tiernitos, me puse a recordar momentos bonitos y se dibujo una sonrisa en mi rostro. Pasa el tiempo, y vuelvo a observar el retrovisor, me doy cuenta que la mujer se esfumo y el hombre anda hablando solo, con una sonrisa de oreja a oreja y viendo al cielo, se notaba que el estaba dándole gracias a dios por algo porque de vez en cuando dejaba sonar su corneta.

En los intervalos que no observaba el retrovisor, me imaginaba cual seria la influencia (renacentista o barroca) del estilista del muchacho que vendía los auto periquitos y el periódico, realmente su peinado retaba a la gravedad, parecía un coliseo, fijado no se con que sustancia extraña que a pesar del sol y que sudaba a cantaros, no se le derretía.

En el carro de al lado se encontraba un señor muy juguetón, me dio mucha gracia porque se saco un moco de la nariz con el dedo pulgar, es impresionante, yo lo intente y no pude. Luego de tal muestra de maestría en las artes del aseo personal se ensimismo en una especie de ritual que era recolectar todo aquello que sacaba de su nariz y lo pegaba en un punto definido y localizado al norte de su volante, donde, luego de tener una masa informe de volumen considerable de esa sustancia viscosa, comenzó a darle una forma esférica con sus dedos, una analogía urbana de lo que seria un Hércules pequeño con su diminuto mundo en las manos.

Observe en un carro una calcomanía que decía “Jesús esta aquí, arrepiéntete”, ¿Quién es Jesús?, ¿como decirle que no quiero que este aquí si no lo conozco?, no lo invite a venir, así que no puedo arrepentirme, en realidad me sabe a bolas que Jesús este aquí.

Al pie del semáforo estaba una de esas viejitas correlonas, si, correlonas, porque no hacen si no esperar que cambie el semáforo para salir esmachetadas al otro lado de la calle, como retando al peligro, que mejor cosa que una buena de descarga de adrenalina para apaciguar las ansias de acción. Esas son señoras que seguramente de haber sido descubiertas las patinetas o snow boards en su época serian leyendas de los deportes extremos hoy en día.

Estaba un grupo de liceístas todos empapados y sus franelas entintadas, parecían formar parte de un cuadro de Van Gogh, por un momento congele esa imagen en mi mente y me imagine en un ambiente totalmente estridente y tétrico, con una triste belleza, como aquella que acompaña al rostro de una bella mujer muerta, y esos muchachos formando un grupo revolucionario en una plaza de antaño, todos formados por trazos de pincel que denotan furia, denotan emoción represada, pasión… gritan con sus gestos: ¡somos vida!.

Veo al otro canal, y todo fluye en sentido inverso, es tan fácil regresar al pasado, pero es difícil avanzar al futuro. Así es la vida, y así debe ser todo, un proceso donde se aprende paso a paso.

Coño… ya cambio el semáforo… pase termodinámica : ) .